Tal como estaba programado, la eucaristía se realizó en la emblemática Plaza de Arcos de la Sede Principal, donde fray Juan Ubaldo LÓPEZ SALAMANCA, O. P., Rector General, en medio de la homilía nos recordó que “somos la sal de la tierra”; desde cada lugar de trabajo, en las aulas de clase, como docentes o estudiantes, los tomasinos hemos nacido con el ingrediente para conservarnos con la cualidad de dar “sabor” en cada una de las tareas para las que hemos sido llamados.
En ese mismo sentido, y, a manera de símil, recurrió a Coco —mejor película de animación en la anterior entrega de los premios Oscar— para advertirnos que como Miguel, su protagonista, cada uno de nosotros es luz en el camino; en medio de la situación política y coyuntura actual del país somos seres importantes para la humanidad; estamos llamados a “convertirnos en un evangelio vivo”, a ser luz en esta sociedad porque “si apagamos la luz, perdemos la efectividad”.
Una vez finalizada la eucaristía los asistentes presenciaron un momento histórico para la Universidad: la develación del grupo escultórico de San Alberto Magno y su discípulo Tomás de Aquino, hijos, los dos, del padre de los predicadores: Santo Domingo de Guzmán.
Ambas esculturas, que custodian el claustro, son fruto de la mano maestra del santandereano Juan José Cobos Roa, ilustre egresado de la Facultad de Arquitectura de la Seccional Bucaramanga, y graduado como Escultor en la Academia de Arte de Florencia, Italia.