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Egresado de Cultura Física nos presenta un emprendimiento “de mente brillante”

23 Septiembre 2020

En el siguiente artículo, Julián Enrique Aponte M. relata la historia detrás de su emprendimiento DeMentes Brillantes, empresa experta en programas para el desarrollo humano y organizacional con estrategias pedagógicas no convencionales, que se consolida en el mercado colombiano, y que gracias a la disciplina, perseverancia y entrega de este tomasino se propone llegar a más países de la región.

Por: Julián Enrique Aponte M. CEO - FOUNDER DeMentes Brillantes. Facilitador, consultor, conferencista y egresado tomasino. 

En el año 2004 ingresé a la Universidad y casi que ese mismo año nació la idea de negocio. Ya llevaba algunos años haciendo intentos, un par de ideas fallidas, pero sobre todo experiencias tratando de descubrir una buena. Estando en la Universidad, en la Facultad de Cultura Física, tuve experiencias que se convirtieron en elementos de inspiración para estructurar lo que en principio era solo una idea en un papel. Ser voluntario en campamentos universitarios me permitió entender que había una gran oportunidad de generar experiencias de aprendizaje al aire libre, pero sobre todo descubrir que alrededor de esas experiencias existía un ecosistema de proveedores de servicios, transportes, alimentos, guías, operadores, etc., lo cual en su conjunto me mostraba que existía una industria dedicada a estos temas, una industria bastante rentable.

La idea quedó dando vueltas en mi cabeza, incluso empecé a ofrecer servicios ecoturísticos como intermediario y en otras ocasiones me lancé a ser operador, subcontratando compañeros de la Universidad para operar los eventos para empresas, grupos de familias, colegios y otras universidades.

Así trabajé un par de años, alternaba mi vida entre la Universidad, los eventos y trabajos temporales que tenía. Luego, en la carrera vi materias como administración, contabilidad, recreación y deporte empresarial, lo cual empezó a darle forma cada vez más a esa idea de negocio, que no era precisamente de turismo, realmente yo quería brindarle a las personas oportunidades de aprendizaje al aire libre, quería que la gente tuviera una experiencia que les agregara valor.

Tuve que aplazar mi carrera en tres oportunidades, la última vez fue en el año 2008 porque los recursos eran escasos, vendí todo lo que tenía pero aun así no pude pagar el semestre; tenía una familia a cargo, los trabajos que conseguía eran inestables, de hecho llegué a estar ocho meses sin empleo y era mi esposa quien solventaba los gastos del hogar; muchas veces tuve que ir caminando a la Universidad y regresar en las noches de la misma manera a casa, entonces vivíamos en el sur de la ciudad. No obstante, esas experiencias me permitían tener suficiente tiempo para pensar cada vez en una idea de negocio mejor.

Ese año entré a trabajar como entrenador de planta de medio tiempo a Bodytech, lo cual fue para mi una gran bendición, era mi primer “trabajo formal” en casi tres años, y aunque sabía que no iba a estar mucho tiempo ahí, eso me dio la oportunidad de volver a la Universidad, así que en el 2009 matriculé dos materias y entré a estudiar nuevamente.

Ese trabajo me abrió los ojos aun más, la historia del dueño Nicolás Loaiza me inspiró a seguir adelante, el nunca me conoció, me lo crucé un par de veces pero lo que el no sabe es que fue parte importante en mi carrera hacia el emprendimiento. Ese trabajo me permitió conocer muchas personas, hombres de negocios exitosos, y en mis conversaciones con ellos mientras les orientaba sus ejercicios, siempre les hacía preguntas sobre sus empresas, a lo que ellos bondadosamente me dieron su conocimiento.

De Bodytech pasé a trabajar en el año 2010 a la Universidad Católica, y eso cambió radicalmente mi vida, tenía un mejor sueldo, por lo que pude matricular más materias, pero especialmente porque allí conocí personas que me ayudaron a hacer realidad el sueño de tener empresa.

Ese año me inscribí en el centro de emprendimiento de la Universidad Santo Tomás, asistía a todos los eventos y conferencias que tenían que ver con emprendedores, escuchaba sus experiencias, aprendía de ellos y, sobre todo, soñaba con estar algún día del otro lado del escenario, compartiendo mi historia de éxito.

Para ese mismo año veía la cátedra de Educación Experiencial, la cual fue la ficha que faltaba al rompecabezas. Había decidido crear una empresa que se especializara en programas de bienestar empresarial con programas formativos basados en aprendizaje experiencial al aire libre. Esa idea se fue consolidando en los siguientes dos años, hice juicioso la tarea de “escribir la empresa”, su misión, visión, valores y obviamente un portafolio de servicios que para entonces era bastante rudimentario y poco claro, la verdad.

En ese entonces un compañero de trabajo de la Universidad Católica y una compañera de la Santo Tomás “me copiaron” la idea, y nos asociamos en el año 2013 creando la empresa ASER BIENESTAR EMPRESARIAL, solo era papel y una buena idea, porque no habíamos vendido nada. Ese año salió en la Alcaldía de Bogotá una convocatoria de ideas de negocio con la Secretaría de Desarrollo Económico, si mal no recuerdo esa invitación me llegó por haber asistido a uno de los eventos que organizaba el centro de emprendimiento de la Santo Tomás.

Me presenté con mi idea, y para mi sorpresa fuimos seleccionados entre un grupo de más de 1000 ideas de negocio. Solo que había una condición, y es que, para continuar participando, el tiempo de dedicación debía ser total, lo cual implicaba que debía renunciar a mi trabajo en la Universidad Católica, finalmente lo hice y asumí el riesgo, mis dos socios no, cada uno se quedó en su trabajo, así que la sociedad se disolvió. No fue difícil, ya que no habíamos facturado nada, todo se hizo en el papel. Renuncié a la universidad, con la liquidación pague tres meses de arriendo adelantado, hice mercado, mi madre me regaló un pc portátil y me lancé al mundo del emprendimiento de manera formal.

 

En una primera etapa del programa éramos 250 emprendedores que debíamos tomar unos diplomados en la Universidad Sergio Arboleda, financiados por la alcaldía y después de finalizarlos presentar nuevamente la idea de negocio ya estructurada y lista para convertirse en un emprendimiento formalizado con un producto mínimo viable y ojalá facturando en el mercado; solo 100 empresas recibían el premio que consistía en capital semilla, una feria de emprendimiento y una rueda de negocios.

Este proceso duró seis meses, de los cuales en los tres primeros no vendí nada, incluso ya había empezado nuevamente a pasar hojas de vida para emplearme otra vez, pero justo esa semana en la que había decidido buscar empleo cerré nuestro primer contrato, con la NUEVA EPS, el cual nos permitió vivir por el resto del año.

Finalmente ganamos el premio, y en la rueda de negocios conocí a una persona que se interesó en lo que hacía y me conectó con un grupo empresarial cuyo dueño tenía una idea de negocio que se articulaba muy bien con la mía.

A finales de ese año 2014 viajé a Argentina a capacitarme en educación experiencial, y cuando regresé se consolidó la negociación con este inversionista que aportó un capital bastante grande para el negocio.

Trabajamos como unión temporal durante el 2015, año en el que cerramos con una facturación superior a los 90 millones de pesos, que para empezar no estaba mal. Para el siguiente año el grupo empresarial me propuso comprar la marca y que formáramos una sociedad, a lo cual accedí y me quedé solo con el 20% de la empresa, cuatro socios más entraron al negocio y así continuamos el 2016, doblamos la facturación y en 2017 pasamos los 500 millones de pesos, pero para octubre de 2018, cuando habíamos superado los 700 millones, mis socios decidieron no continuar con la empresa, al menos no conmigo ahí, así que el 30 de noviembre salí de allí y me quedé sin ASER BIENESTAR EMPRESARIAL.

En la negociación final, ellos se quedaron con el portafolio y la marca, yo me quedé con los clientes. El impacto emocional fue grande, pero el sueño seguía intacto, además con la experiencia aprendida, así que el 15 de diciembre de ese mismo año reactivé una razón social que tenía desde hacía años en Cámara de Comercio, cambié el nombre y se creó DeMentes Brillantes, un poco porque para este trabajo es necesario “estar un poco mal de la cabeza” y porque siempre he tenido la firme convicción de que todos los seres humanos tenemos ideas brillantes que pueden agregar valor al mundo.

Salí al mercado con esa marca que para mi sorpresa pegó muy bien, a los clientes les encantó, cambiamos el portafolio, nacieron nuevos servicios, experiencias y mi equipo de trabajo se quedó conmigo.

Hoy en día somos una empresa experta en programas para el desarrollo humano y organizacional, tenemos tres líneas de negocio y estamos por lanzar una más en el mes de octubre de este año, la cual se lanzará inicialmente para Colombia, esperando que muy pronto llegue al mercado latinoamericano. Contamos con aliados estratégicos en varios países y un equipo humano de ocho consultores y facilitadores expertos en diversos temas, clientes del sector público y privado de diferentes sectores económicos de nuestro país y ya hemos entrenado equipos de líderes para uno de nuestros clientes en Argentina, México, España, Panamá y Chile.

Continuamos diseñando experiencias de aprendizaje de alto impacto y sobre todo seguimos conectando, entrenando e inspirando a las personas, para construir equipos capaces de alcanzar logros trascendentes en sus vidas y en las organizaciones a las que pertenecen.


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