Este tiempo es una invitación para todos –incluso los no cristianos– a reflexionar profundamente sobre nuestra vida, sobre el sentido que esta debe tener y cómo debemos asumirla. Y en la lógica propuesta por la Iglesia, es Jesús el modelo por excelencia.
Muy seguramente cada uno de nosotros tiene ya previstas sus actividades para esta Semana Santa. Los que piensan ir a algún lugar y tomar tiempo para descansar, quienes como familia viven las celebraciones litúrgicas, quienes visitan algunos lugares donde tradicionalmente se viven estos momentos. Sea cual fuere nuestra elección, allí, donde nos encontremos, tomemos el tiempo para reflexionar, sobre nuestra propia vida, sobre lo que queremos de ella y sobre lo que Dios quiere para nosotros.
Podemos creer que conocemos lo que pasa, que ya hemos vivido durante tanto tiempo las mismas celebraciones, que casi que nos sabemos muchas cosas de memoria y conocemos el desarrollo de cada uno de estos acontecimientos, incluso su desenlace. Sin embargo, cuando como Iglesia celebramos (hacemos memoria) no se trata solamente de ir a acontecimientos del pasado, no es recordar sin más. Cuando como Iglesia decimos que hacemos memoria, se trata de algo que se vive en el presente, de esta manera, no es una obra de teatro de algo que ya sucedió, es más bien asumir el acontecimiento de Jesús de Nazaret, para que desde esa lógica descubramos que Dios sigue actuando.
Ir a la vida de Jesús debe transformar nuestro presente. No es recordar una muerte y tres días después su resurrección. Es adentrarnos en el actuar de Dios, descubrir que Él ha asumido el misterio de sufrimiento de la humanidad, pero quiere también que esta misma humanidad encuentre nuevos caminos de vida. Es conocer al Dios que haciéndose como nosotros sufre, para que nos solidaricemos con quienes en todos los tiempos también sufren. Es el Dios que resucita a Jesús, para decirnos que la muerte, que el sufrimiento, que la injusticia, no deben tener la última palabra sobre la vida de los hombres y mujeres en este mundo.
Así que la invitación para todos, cristianos y no cristianos, bien sea en nuestro tiempo de descanso o compartiendo con la familia, participando en los templos y en las procesiones y actividades de este tiempo, aprovechemos para que mirando a Jesús profundicemos sobre el misterio de lo que es el ser humano. Que esta semana nos ayude a crecer y desear transformar nuestra vida y ambientes.
Que el amor de Dios por todos nos inspire a amar más plenamente. Que esta sea para todos, una semana más santa.
* Director Nacional de Evangelización y Cultura