Por: Angie Carolina Torres Ruiz, docente de la Maestría en Planeación para el Desarrollo
De otra parte, los días 20 a 22 de agosto, la Red Iglesias y Minería, espacio ecuménico que busca responder a los impactos y violaciones de los derechos socio-ambientales provocados por las actividades mineras en América Latina, realizó su IV Asamblea General en la ciudad de Buenos Aires, llegando a priorizar en su plan de trabajo las acciones encaminadas a incidir en la desinversión en oro desde el Norte global, mediante lobby estratégico ante Estados, empresas, ciudadanos y organizaciones eclesiales; fortalecer el diálogo y el intercambio entre eco-espiritualidades que coincidan en el Cuidado de la Casa Común y apoyar el Sínodo Panamazónico convocado por el Papa Francisco, así como las acciones pre y pos sinodales desde la ecología integral.
Estos dos espacios coincidieron en resaltar asuntos en la agenda de cooperación eclesial con los contextos afectados por el extractivismo: la necesidad de respaldar el Movimiento Global para un Tratado Vinculante para Corporaciones Transnacionales por el Respeto de los Derechos Humanos; urgir a los Estados para que actúen delante de las amenazas, atentados y asesinatos contra líderes y lideresas sociales y ambientales, y resaltar la importancia del diálogo y la articulación ecuménica delante de la crisis ecológica planetaria. Finalmente, los dos espacios señalaron la necesidad de entablar un diálogo más claro con los Derechos de la Naturaleza como campo emergente en la comprensión de los derechos no humanos.
Espacios y procesos como estos, alentados por diferentes iglesias y comunidades cristianas, equipos pastorales y congregaciones religiosas de diferentes denominaciones, renuevan los vínculos entre fe y acción para el cuidado de la Casa Común, los derechos y la paz.
→ Para conocer la declaración final de la IV Asamblea de la Red Iglesias y Minería, ver:
https://iglesiasymineria.org/2019/08/24/que-amanezca-carta-a-las-comunidades-afectadas-por-la-mineria/