Por: Fray Ricardo Ernesto TORRES CASTRO, O .P. Rector Sede Medellín
El camino iniciado con nuestro proyecto Sinergia, nos permite a todos unirnos bajo un único principio: la transformación digital. No se trata de tecnología, se trata de entender que la Universidad debe ser entendida de otra manera, mejorando y renovando sus formas, haciéndose más ágil, permitiéndose ser disruptiva y canalizando las necesidades para que sean las personas, los sujetos del cambio que nuestra institución requiere. Podríamos preguntarnos ¿Por qué Sinergia necesita conectarnos? ¿Con base en qué tipo de propósito? ¿Qué nos motiva a actuar persiguiendo intereses comunes y no simplemente los propios? ¿Qué hace que confíen en ti lo suficiente como para querer contribuir hacia un objetivo compartido? Este es el reto de nuestro proyecto Sinergia: cómo hacer que los líderes -todos somos líderes- afrontemos un proyecto que nos exige más capacitación, fomento, organización y actuar en relación con esa capacidad humana fundamental de contribuir y trabajar con otros. (Ismail, 2014. p. 58)
Con este nivel de compromiso, desarrollado bajo el presupuesto del liderazgo, este número del boletín ¿Cómo Vamos? da razón de cómo hemos ido conformando equipos de trabajo que integren en su ser la capacidad de soñar en conjunto, como comunidad, de ser visionarios y de sumarse, generando valor, al propósito superior del primer claustro universitario del país. Nuestro principal reto es diseñar una experiencia a los estudiantes que genere un vínculo elemental para comprender intuitivamente, simple y de forma clara lo que requiere. A estas dos anteriores habría que sumar la capacidad de desarrollar tecnologías que ayuden a construir y consolidar productos y servicios.
Queridos amigos tomasinos, nuestro compromiso no es dar nuestro talento a la comunidad, sino poder entender sus capacidades. A estas ya nombradas, sumamos la capacidad de gestar ideas y ejecutarlas. Esta es la clave de un emprendimiento que se desarrolle bajo la perspectiva de las personas que hoy requiere la Universidad Santo Tomás. Antes se nos decía en las organizaciones que un buen equipo de trabajo debería ser como una orquesta filarmónica, donde existe un director y bajo la misma partitura cada quien ejecuta su instrumento para crear la pieza más bella y armónica. Hoy, creemos que más que una orquesta filarmónica lo que requiere la universidad es un grupo de jazz. Cada quien ejecuta su instrumento, sin necesidad de tener una partitura, bajo las claves que va dando el bajo, una pieza musical armónica e igualmente bella. Un grupo de jazz no necesita de un director, todos son líderes en el grupo y todos se integran como comunidad de saberes musicales y capacidades para crear las mejores notas. No hay paso para elaborar la partitura, la pieza musical varía según los cambios que los mismos integrantes proponen. Cuando una trompeta cambia el ritmo, todos están atentos para seguir lo nuevo que trae la trompeta, y así, con todos. No requiere que alguien esté al frente haciendo que todos se articulen, ¡no!, todos en el grupo de jazz se articulan según el ritmo que ellos mismos proponen. De eso se trata, de hacer que las personas se empoderen, asuman su liderazgo, desarrollen sus capacidades, se articulen a la comunidad de conocimiento y trabajo. Cada quien, conforme a sus capacidades, le aporta al grupo un sonido y un ritmo al que todos, sin jerarquías, podemos seguir.